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martes, 12 de abril de 2011

Ovnis/ ¿Por qué no?


“Al menos no moriré con la duda de que si existen o no los llamados objetos voladores no identificados (Ovnis) ; yo los vi y en varias oportunidades a lo largo de varios años. Quizá sea un privilegiado en esta cuestión, ¿y qué? Sé de gente que ha sacado la lotería en más de una oportunidad, dijo a AIM Eduardo Ernesto Verón Valussi, un observador  de los cielos argentinos que en más de una oportunidad presenció este fenómeno.
Paraná, foto ovni 1: Las flechas negras marcan la posición original de los dos ovnis; uno central de mayor tamaño -con orientación sur-sureste a unos 30 grados del horizonte- y otro más pequeño hacia arriba y a la derecha de la imagen -a unos 30 grados-. Las flechas naranjas y verdes corresponden a dos ampliaciones sucesivas de ambos objetos.
En diálogo con esta Agencia, Verón Valussi destacó: “alguien me dijo un día: ‘yo nunca vi un ovni’. Entonces le pregunté si alguna vez miró hacia el cielo, me dijo que no tenía tiempo para hacerlo. Siendo así, será muy difícil encontrarlo o verlo dentro de una caja registradora”.
Verón Valussi relató que le gusta “de vez en cuando, contemplar la grandiosidad del cielo en las noches sin nubes. He tenido la suerte de quedar maravillado al observar el cielo estrellado en el medio del campo ya cerca de la provincia de San Luis, en la República Argentina, cuando el tren en que viajaba se detuvo por problemas técnicos. Jamás había visto tanta cantidad de estrellas y con un brillo tan espectacular”.
Sin embargo aclaró que no miró ese cielo buscando “algo” ni tampoco vio nada extraño. “Sólo sentí el supuesto silencio estelar roto por el sonido emitido por millones de insectos autóctonos de aquel espacio terrestre. Pero sí, he tenido la gran suerte de haber visto ‘cosas’ en el firmamento nocturno cuando menos me lo esperaba. Al menos no moriré con la duda de que si existen o no los llamados Ovnis: yo los vi y en varias oportunidades a lo largo de varios años. Quizá sea un privilegiado en esta cuestión.  ¿Y qué? Sé de gente que ha sacado la lotería en más de una oportunidad. Sí. Mientras haya vida y fe, hay esperanzas. No creo ser un trastornado ni tampoco creo que lo sean los que individualmente o colectivamente han visto estos ‘bichos’ surcando nuestros cielos, aterrizados en nuestros campos o sumergidos en nuestros mares. Parece que las cosas no son sólo muy nuestras, evidentemente ‘otros’ piensan diferente a nosotros”.
La estupidez humana, sin límitesVerón Valussi recordó a esta Agencia: “decía don Alberto Einstein que la estupidez humana no tiene límites: una de las cosas para mi más sorprendente es que por un lado el humano cree en lo que no ve, y por el otro ¡¡¡niega lo que está frente a sus ojos!!!  Lo otro, y que me apena tanto, es que creamos que somos únicos en el Universo y, aparte, que si nosotros no hemos podido lograr algo, ‘otros’ no puedan alcanzarlo. Con este criterio aun viviríamos, con suerte, en las cavernas. Menos mal que existen humanos que piensan diferente”.
El observador agregó que “no se puede negar, como en la mayoría de las cosas, que en la cuestión de los artefactos volantes que aun nosotros no hemos podido identificar, existe de todo: hipocresía, temor a lo desconocido, ignorancia, indiferencia, falsificaciones, temor al ridículo… pero ‘ellos’ ignoran todo esto y andan muy campantes por donde les viene en gana, total… ¿quien les puede pisar el poncho? Hasta donde se sabe ‘los bichos’ desarrollan velocidades y aceleraciones fuera de la lógica y técnicas humanas que impiden seguirlos si ellos no lo desean, o atacarlos porque no los conocemos personalmente, aunque no son nuestros enemigos (¡no quiero pensar si lo fuéramos!) Aparentemente no quieren ningún contacto forzado, y sí parece que lo hacen cuando sólo lo desean con alguien en particular (al igual que nosotros…¿no?)”, afirmó.
Esfera fotografiada en Buenos Aires, el 30 de marzo de 2008.
Verón Valussi detalló: “algo he visto en mi vida, y quería sumarme a la inmensa lista de las personas que vieron y tuvieron el coraje y la alegría de hablar o escribir sobre la experiencia vivida respecto a  los Ovnis. Quizá sirva para algo, al menos para ayudar a aquellos que han vivido la experiencia y para que no se sientan raros o solos, o que crean que han visto visiones. Personas de mi confianza me han contado con detalles las  diferentes experiencias que han tenido con los ovnis. Por ahora las guardo en mi memoria, incluso una propia que no voy a relatar. Sólo adelantaré que por los relatos, a los tripulantes les gusta curar a la gente, les gusta hacer bromas muy fuertes, les gusta defender a la gente y aunque no parezca, les gusta mostrarse y otras cosas más que los hace (por qué no, ché?) bastante parecidos a nosotros”.
Las observaciones, a lo largo del tiempoEl hombre hizo saber a AIM lo que le pasó una noche cuando tenía 14 años. “Vivía con mis tíos en Resistencia provincia del Chaco, año 1964. La noche era hermosa y calurosa, por lo que nos encontrábamos en el patio de la casa tratando de paliar  la temperatura. Yo me encontraba sentado sobre una silla de espaldas a mis tíos mirando el cielo hacia el lado Sur. Casi no los pude ver cuando los ovnis llegaron, porque prácticamente ya los tenia sobre mi cabeza. Eran cinco luces redondas como un disco, tan grandes como una palangana, con el brillo de los tubos fluorescentes. Avanzaban en formación paralela pero moviéndose constantemente  y levemente hacia atrás y adelante y hacia izquierda y derecha sin chocarse, cada uno se movía como quería manteniendo la formación. La sorpresa fue tan grande que quedé estático y sin poder hablar. Avanzaban lentamente de Oeste a Este. De pronto los dos que se encontraban del lado Sur salieron disparados a tremenda velocidad, lo que hizo que yo saltara de la silla y gritara: ‘tío, mirá!!!’ Ellos sólo pudieron ver en silencio y quietos por la sorpresa, las tres luces que quedaron y que fueron perdiéndose hacia el Oeste. Esta fue la primera vez que los vi…”.
El Concorde, con una esfera debajo, en 1969.
La segunda oportunidad fue cuando servía en la Armada Argentina y la Flota completa en navegación se dirigía hacia el Sur del país. “Fue una noche del mes de octubre de 1967, cerca del golfo San Jorge. Todos lo marinos de la Flota que se hallaban despiertos pudieron ver una formación en triángulo a gran altura, de más de veinte luces redondas en velocidad moderada rumbo al Sur. Al día siguiente fue comentario en todo mi buque. Hasta donde yo sé, la novedad quedó registrada en el libro correspondiente”.
La tercera experiencia la vivió desde su casa de San Miguel, en la provincia de Buenos Aires. “En esta oportunidad me acompañaban mi madre y mi hermana. También fue de noche. Noche clara en época de verano. Ocurrieron dos cosas: en primer lugar pasaron a enorme velocidad dos grandes luces redondas, una detrás de la otra a unos veinte grados del horizonte por el lado Oeste con rumbo Norte- Sur. Para mi madre y mi hermana era la primera vez que observaban un evento de esta magnitud, pero no seria la última: mientras estábamos comentando lo visto, una flotilla similar a la vista cuando navegaba con la Flota de Mar, se dirigían, también a gran altitud, de Este a Oeste, pasando justo sobre nuestras cabezas. Por primera vez sentí algo extraño muy dentro de mi: ‘no estamos solos’, me dije en silencio. La perfecta formación observada me hizo pensar inmediatamente en que alguien con inteligencia comandaba la flotilla y otros obedecían”.
La cuarta vez fue diferente. De noche pero ya en la zona de José C. Paz, también en la provincia de Buenos Aires, en donde vive actualmente, Verón Valussi miraba las estrellas con potentes prismáticos. “No esperaba ver algo raro, sólo miraba las estrellas. Pero justo que dejo de usar los prismáticos, veo ‘un avión’ que vuela rumbo Oeste-Este, a la velocidad que lo hacen los grandes aviones, lo distingo por el brillo de su ‘fuselaje’ pero me llama mucho la atención que va sin luces de navegación. Entonces para identificarlo mejor, me calzo los prismáticos y allí…¡Mi Dios! ¡No era un avión!  Formaban de tal manera que a primera vista daba la impresión de ser un avión comercial (es que por aquí pasa un corredor aéreo). Lo más sorprendente era la forma que tenían: triángulo. Se alineaban así: seis en una hilera uno detrás de otro, (como formando el fuselaje), otros dos a la altura del ala del lado derecho simulando el plano aerodinámico, y uno alineado como formando la ‘cola’ de un avión también del lado derecho. Quedé atónito por lo que estaba viendo y recuerdo que en un acto reflejo me quité los prismáticos para verlos mejor. Como me encontraba en el patio de casa, la alta edificación vecina me impidió seguir viéndolos”.
Esferas voladoras en el cielo, de origen desconocido.
Para el observador, esto fue diferente: “ya no eran luces redondas: tenían forma triangular, habían cambiado de modelo y segundo: querían simular el paso de un avión o fue una gran casualidad la formación que tomaron esa noche. Quedé tan intrigado por la experiencia, que por más de una semana y a la misma hora en que los había visto, subido al techo alto de mi vecino esperaba verlos con los prismáticos colgados al cuello. En bandadas no aparecieron pero… Y digo ‘pero’ porque pasado aproximadamente unos dos meses, en horas de la madrugada, cuando me disponía para ir a dormir, miré por la ventana, como siempre lo hago, al parque que se encuentra al fondo de la casa. Mis ojos detectaron un brillo en el cielo. Alcé la cabeza y me sentí orgulloso por el privilegio de lo que veía: sin sonido alguno, un enorme triángulo brillante, similar a los que había visto hacía poco, navegaba muy lentamente de Sur a Norte. Lo seguí sin avisar a nadie hasta que se perdió tras el alto muro del fondo. Parecía un vuelo solemne, majestuoso. Seguramente desde allí, desde esa nave, había alguien observando todo el panorama nocturno con la seguridad y tranquilidad que dan la fe, la fuerza y el conocimiento”.
Video del avión  Concorde, con una esfera debajo, en 1969
Verón Valussi está convencido de que “al cerebro humano le es imposible entenderlo todo: uno porque aun falta aprender muchísimo, otro, porque existen cosas que van más allá de su capacidad de comprensión, aunque la imaginación no tenga límites. Por eso opino muy humildemente, que estos dichosos y escurridizos artefactos luminosos no son de ninguna de las galaxias que engrandecen el Universo, que en parte muy pequeña hoy conocemos. Imagino que pertenecen a otra galaxia pero de otra Dimensión que seguramente está tan cerca de nosotros, pero que por falta de conocimiento, aun no podemos verla: igual de tan cerca como nuestra nariz, que tan cercana está que no la vemos nunca. Razono que sólo vienen a dar un paseo y a alguna que otra cosita más. Quizá sean un poco mejores que nosotros, que sino…”.
Nota de la Redacción: sugerimos al lector observar la similitud de los objetos fotografiados en Buenos Aires y en otras partes del mundo, en distintas fechas,  con los que registraron  dos paranaenses en 2008 (foto destacada de esta nota).

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