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martes, 2 de junio de 2015

¿Realidades alternas en Japón? El misterio del hombre de Taured



Un día cálido de julio de 1954 arribó un hombre al aeropuerto de Tokio, enJapón. Su apariencia era caucásica y su presentación ordinaria, pero aun así algo hizo sospechar a los oficiales que se encontraban de guardia. Uno de ellos le solicitó su pasaporte, el cual se veía completamente original, con los sellos de rigor… incluso presentaba visitas anteriores a Japón y a otros países del primer mundo (principalmente europeos). Solo había un pequeño problema: el país en el que había sido emitido el pasaporte, llamado Taured, no existía.


El hombre pareció confundido. No, no y no. Claro que Taured existía, era un pequeño principado ubicado en el noroccidente europeo. Solicitó un mapa para mostrarlo a los escépticos oficiales y automáticamente apuntó a un punto entre España y Francia, muy cerca al actual principado de Andorra. Su confianza se vio minada cuando se dio cuenta de que en este mapa no aparecía Taured. Comenzó a preocuparse, insistiendo en que su pequeño país había existido por más de mil años, pero los oficiales, como es lógico, no le creyeron. El hombre seguía insistiendo y para probarlo comenzó a mostrar el resto de su papeleo.

Hablaba varios idiomas, aunque su lengua materna era el francés. Tenía papeles que lo señalaban como un ejecutivo de una empresa europea en un viaje de negocios en Japón, así como las reservaciones del hotel en el que iba a hospedarse. Pero cuando los oficiales comenzaron a investigar estos datosdieron con que la compañía que venía a visitar no tenía registros de él ni de su empresa, y que el hotel donde tenía las reservaciones no lo había registrado. El banco en el cual tenía su cuenta tampoco parecía existir.



Los oficiales llevaron a un reacio hombre a un cuarto donde permaneció, junto con sus objetos, bajo custodia de la oficina de inmigración mientras solucionaban el misterio. Pero a la mañana siguiente, el hombre había desaparecido y sus cosas no estaban. Un escape era poco probable, pues la puerta de la habitación estaba vigilada y no había ventanas que dieran a zonas externas. Los corredores, además, tenían cámaras de seguridad. Era como si el llamado hombre de Taured se hubiera esfumado.

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