
Una investigación
científica de la Universidad de Stanford está estudiando en el presente año las
experiencias de vida después de la muerte descritas en los últimos siglos y en
el pasado, en una búsqueda de respuestas de ¿por qué vemos el mundo como lo
hacemos? y en un acercamiento al conocimiento del ‘alma’
humana.
Las historias
narradas en el siglo pasado y publicadas por diversos novelistas y filósofos,
coinciden en que las personas que experimentan estas circunstancias enfrentan
una sensación de paz y un viaje a una luz brillante, seguida con la reunión de
algunos miembros de la familia que les piden volver a la vida terrenal, señala
la Universidad.
La investigadora
Laura Wittman, de la universidad de Stanford, revela que hay ciertas diferencias
entre los nuevos relatos y los de los siglos anteriores. Actualmente la imagen
de la experiencia cercana a la muerte es que “se ve toda tu vida” como una
película acelerada, lo que no estaba presente en los relatos del siglo
XIX.
La autora explica
que antes los relatos de estas experiencias “tienden más bien a ver uno o dos
momentos clave de la vida del pasado de la persona o la vida entera a la vez,
como un encuentro con su propia identidad en sus últimos
momentos”.
Laura Wittman
estudió más de 60 experiencias cercanas a la muerte, entre informes reales
médicos cómo también historias ficticias de filmes que relatan sobre el
tema.
Ella destaca que a
finales del siglo XIX, se desató un gran interés de la experiencia de vida
después de la muerte, y muchos literatos incluyeron en sus obras la figura
emblemática de Lázaro, descrito en la Biblia por volver a la vida luego de la
asistencia de Jesús.
Autores consagrados
como DH Lawrence, el italiano Luigi Pirandello, Graham Greene, André Malraux y
Eugene O’Neill se interesaron en este tema paralelamente cuando los médicos
comenzaban a investigar estas experiencias en sus pacientes.
El sobreviviente
Jill Bolte Taylor, en su libro ‘My Stroke of Insight’, es un ejemplo
contemporáneo de la experiencia cercana a la muerte de un
neurocientífico.
Bolte describió que
al salir de su cuerpo ya no sitió los límites físicos de la piel y se quedó en
el aire.
”Me sentí como un
genio liberado de su botella. Todo mi autoconcepto cambió a medida que ya no me
percibí como uno solo, un sólido, una entidad con límites que me separaban de
las entidades que me rodeaban”.
En su conclusión
personal Bolte señaló que: “entendí que al nivel más elemental, soy un
fluido”.
Lo que hay en común
entre todas las versiones del siglo XX es una combinación de ver túneles y
luces, la de tener una “revisión de vida”, de lo que fue el pasado, y
experimentar la sensación de ser empujado de nuevo hacia el
cuerpo.
La idea de Wittman
es recopilar nuevamente las historias médicas de encuentros cercanos con la
muerte y abalizarlos desde tres aspectos: las ciencias humanas, la ética médica
y la neurociencia cognitiva.
Las preguntas que
quiere profundizar la autora es ¿por qué vemos el mundo como lo hacemos”, y cómo
influyen la naturaleza y la crianza personal. Además de “qué significa para
nuestra relación con los demás y el planeta, lo que es la vida y tocar el tema
del ‘alma’ humana.
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