Junto con la arquitectura y la geometría sagrada, la numerología puede crear portales, ya sea para atraer o enviar energía a otras dimensiones.
La forma arquitectónica más fuerte es la pirámide, seguida por los domos y las cúpulas.
Los cabalistas conocen muy bien el poder de los números, mientras que, en general, nosotros recién estamos comenzando a recordar sus propiedades. Es algo muy interesante no solo por el significado que cada uno de ellos posee, sino también por el efecto que puede producir su repetición, así como la interacción de determinados números con otros. Se dice que su propiedad oculta y mágica, cuando es adecuadamente empleada en los rituales, puede abrir portales dimensionales, cuya energía puede ser positiva o negativa.
Los números y su significado en la Kabbalah
8 el infinito
9 lo místico, lo ocultista y lo mágico
10 la divinidad
11 la perfección, y también la dualidad, representada en la cultura egipcia por la serpiente.
12 representa a la trinidad (2+1= 3).
La perfección y la dualidad (11) se representaron por primera vez en la entrada del Templo de Salomón, con dos pilares, cuyos nombres fueron Jakin y Boaz. Uno representaba al bien y el día, y el otro al mal y la noche. Estos dos pilares gemelos toman la forma simbólica del 11.
Algunos investigadores afirman que, anteriormente, estos pilares, junto con la entrada del templo, eran llamados “The Gate”, que traducido significa la puerta, o el portal.
Se dice que la elite satánica posee el conocimiento de estos números y que los emplea para efectuar sus rituales, para sus proyectos y “eventos” que marcan a la humanidad.
Todo número empleado en los rituales, llevados a cabo en base al pentagrama satánico y a la Kabbalah, se conecta con el 3, para que el ritual despliegue todo su poder.
El 9/11/2001 (año chino de la serpiente), se llevó a cabo el mega ritual de las torres en NY. Ese mismo año, EE.U. invadió Afganistan.
Numerológicamente, el año 2001 puede ser entendido como 2+1=3, por lo que podríamos establecer una relación numérica: 9-11-3.
Esta conexión, 9/11/3, también coincide con los 3 edificios derrumbados en NY.
911 días después del atentado a las torres de NY. fue el atentado de Atocha (11/3)… de nuevo la conexión 11… 3…
Desde el 11 de Septiembre quedan 111 días para el fin del año (1 + 1 + 1… 3).
En el simbolismo usado para esos dos mega rituales (9/11 y 11/3) se excluyó el número 10, que dijimos simboliza lo divino, la perfección, el creador de toda la creación. Al saltar directamente del ocultismo (el 9), al número 11, saltean a “Dios”, muy posiblemente porque piensan que no lo precisan ya para alcanzar la perfección (el 11).
El sol también está vinculado al número 11. Pasa por un nuevo ciclo renovándose cada 11 años terrestres, dando lugar a nuevos períodos de manchas solares y de actividad electromagnética.
El siguiente ciclo solar de 11 años será el año 2012, en el que se dará el próximo eclipse solar, además de tener unas características ya conocidas por todos: fin del no-tiempo acorde a los mayas; el regreso de Quetzalcóatl para los aztecas, y posiblemente la instauración de un nuevo orden mundial, para muchos.
Ahora, tal vez pura casualidad, o quien sabe si obra de otro ritual, en frente nuestro aún tenemos las escenas del dolor y la desgracia por lo ocurrido el 11/3/11 en Japón. 3 de los reactores de la central de Fukushima están afectados en su núcleo. Precisamente, el reactor número 3, cuya carga interna de combustible es el plutonio (nombre que deriva del dios romano de los infiernos, Plutón), es el más afectado, debido a que el plutonio está expuesto y sin refrigeración, por lo que puede llegar a fusionarse. El plutonio es un elemento metálico altamente radioactivo y extremadamente venenoso.
Pero hay todavía más. He aquí algunos números sorprendentes.
Este año 2011, además del 11/3//11, experimentamos cuatro fechas inusuales 1/1/11. 1/11/11, 11/1/11,11/11/11.
Y eso no es todo. Toma los 2 últimos dígitos del año en que naciste, y súmale la edad que cumplirás este año. El resultado será 111... para todos!!!
Y un último detalle, casi desapercibido: estamos próximos a una fecha, también especial:
9/3/11
Por si eso fuera poco, Octubre del año 2011 tendrá 5 domingos, 5 lunes, y 5 sábados. 555
Esto sucede cada 823 años.
El estudio de los números y su significado
En la segunda sección de la antología de Favaro (Galileo Galilei: Pensieri, motti e sentence), titulada Il Libro della Natura, dice: “La filosofía está escrita en aquél grandísimo libro (el universo), pero que no se entiende si antes no se estudia la lengua y se conocen los caracteres en que está escrito. La lengua de ese libro es matemática y los caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas".
En mi época universitaria, además de considerarle un avanzado, también los profesores se ufanaban de que muy pocos comprendían lo que Galileo había querido decir. Más nadie explicaba cuál era el significado de sus palabras, y mucho menos su fuente. De modo que todo sonaba a mucho, a enigmático y genial, pero estimo que lo usaban como un título, sin contenido. Así, recibí mi diploma, en el año 2000, sin saber qué es lo que Galileo había querido decir.
Más reciente, Scwaler de Lubicz (1887/1960) , un investigador desconocido, inspirado por las revelaciones que había tenido su Esposa, descubrió el significado de esos números, velados, en los símbolos de los monumentos egipcios.


Schwaller de Lubicz fue un investigador heterodoxo, casi un activista, un ácido crítico de la versión académica oficial acerca de los misterios de las construcciones egipcias.
Una de sus frases dice: “La Naturaleza es la forma simbólica de lo que está fuera de ella”.
Demostró que Egipto comprendía por qué el mundo es como es; lo cuál salta a la vista en los símbolos que la civilización egipcia eligió, además de los incontables indicios procedentes de sus textos científicos, matemáticos y médicos que lo demuestran. Obviamente, Egipto carecía de rayos láser, microscopios electrónicos o aceleradores de partículas; puede que no tuviera un conocimiento concreto y cuantitativo del mundo microscópico. Pero la curiosa coherencia que manifiestan sus símbolos, en los que se mezclan en un todo armónico la metafísica y los números, deja claro que la tecnología no constituye el único medio de penetrar en estos ámbitos.
En su libro “Le Temple de l’Homme”, Scwaler de Lubicz saca a la luz los aspectos metafísicos subyacentes a la simbología que hallamos en los monumentos egipcios. Su tesis, opuesta a la de los eruditos ortodoxos, que la han ignorado deliberadamente durante veinte años, ha reunido una serie de aplastantes argumentos en favor del desarrollo científico y espiritual de los antiguos egipcios. Reunidas durante un período de diez años tras una estancia de otros quince en Luxor, estas evidencias se basan en unas mediciones y dibujos increíblemente concienzudos de las piedras y las estatuas del gran templo de Luxor realizados por su hijastra, Lucie Lamy, quien también, inspirada por el íntimo conocimiento del pensamiento de su padrastro, ha colaborado con John Anthony West, para que este pudiera interpretar gran parte de la obra de Schwaler de Lubicz. El libro de West en el que se pueden descubrir estos secretos es “La Serpiente Celeste”.
En este libro, West defiende enfáticamente a De Lubicz, luchando por un saber que se ha mantenido vivo durante siglos pese a los doctores, juristas, sacerdotes y sepultureros que han pretendido disecarlo y convertirlo en carroña. West considera que la contribución de este autor es “la obra de erudición más importante del siglo veinte… que exige una revisión total de la concepción que el hombre moderno tiene de la historia y de la “evolución” social humana.
De Lubicz poseía una sólida base del saber hermético, aprendido durante una larga permanencia en Asia, trasmitido a través de los hindúes, chinos, budistas, teósofos, atropósofos y yoguis. Y descubrió que ese saber estaba incorporado en los jeroglíficos, estatuas y templos de Egipcio. Los jeroglíficos egipcios son portadores simbólicos de un mensaje hermético, y son la fuente de una ciencia sagrada que constituye la base de lo que a venido a conocerse como la filosofía perenne, de la que se han mantenido vivos algunos fragmentos entre los gnósticos, sufíes, cabalistas, rosacruces y masones, aunque originariamente se conservó gracias a una serie de maestros iluminados y clarividentes.
Los jeroglíficos egipcios poseen un significado palpable, y otro no visible a la visión común. Veladamente, poseen otro significado, simbólico, que expresa las realidades metafísicas, y la puerta hacia la verdadera consciencia del ser humano.
Para De Lubicz, los diversos mecanismos simbólicos de los antiguos egipcios estaban destinados a suscitar el conocimiento por revelación, por visión instantánea, en lugar de hacerlo mediante la transmisión de información. Estos mecanismos constituían un medio para romper los vínculos materiales que limitan la inteligencia humana, permitiendo al hombre vislumbrar estados de conciencia superiores y de mayor amplitud, ya que el hombre -afirma De Lubicz- era originariamente perfecto, y ha degenerado en lo que ahora somos, debido, en gran parte, al uso del razonamiento.
Solo al final de su vida se dio cuenta De Lubicz de que su mente racional había sido un obstáculo para su comprensión de las leyes de este cosmos, que el cerebro y la conciencia psíquica actúan como un velo entre la conciencia innata del hombre y la conciencia cósmica.
Trabajando con su esposa, quien también era egiptóloga profesional, De Lubicz descubrió que el conjunto de los templos egipcios contiene una lección global, de la que cada templo constituye un capítulo donde se desarrolla un determinado tema de la ciencia sagrada. Así, ninguno de los templos faraónicos es una réplica del otro, sino que cada edificio habla a través de su plano general, su orientación, la disposición de sus cimientos, la elección de los materiales utilizados y las aberturas de sus muros.
Descubrió que el templo de Luxor constituye una representación arquitectónica del hombre, y que incluye conocimientos tan esotéricos como la localización de las glándulas endocrinas, de los chakras de energía hindúes y de los puntos de acupuntura china. Descubrió también que las orientaciones astronómicas del templo, la geometría de su construcción, sus inscripciones y representaciones, se basan en el cuerpo humano, representado por el templo, y su situación obedece a la fisiología de aquel. Las proporciones que encontró eran las del hombre adánico anterior a la caída, o las del hombre perfeccionado que ha recobrado su consciencia cósmica.
En sus proporciones y su armonía, el templo narra la historia de la creación del hombre y de su relación con el universo.
“El cuerpo humano es una síntesis viviente de las funciones vitales esenciales del universo. Es también el templo en el que se desarrolla la lucha primordial entre los antagonistas esenciales: la luz y la oscuridad, el yin y el yang, la gravedad y la levedad, Ormuz y Ahrimán, Quetzalcóatl y Tezcatlipoca, Horus y Set. Es un templo que debe ser perfeccionado por el hombre a través de diversas encarnaciones, hasta convertirlo en una magnífica réplica del hombre cósmico. Así, el templo de Luxor se convierte en una imagen del universo, además de constituir una síntesis armónica entre el universo, el templo y el hombre”
Dimensión 5 - Trascendencia
Lo que hoy se denomina “mística del número” pitagórica tiene un origen egipcio (si es que no es más antiguo), y corresponde a la filosofía que subyace a todas las artes y la ciencia de Egipto.
Para los pitagóricos el 5 era el número del amor, ya que representaba la unión del primer número masculino, el tres, con el primer número femenino, el dos.
El cinco, que incorpora los principios de polaridad y reconciliación, es la clave para comprender el universo manifiesto, ya que el universo, al igual que todos los fenómenos sin excepción, es de naturaleza polar.
De las raíces del dos, el tres y el cinco, se pueden derivar todas las proporciones y relaciones armónicas. La interrelación de dichas proporciones y relaciones gobierna las formas de toda materia, orgánica e inorgánica, y todos los procesos y secuencias de crecimiento.
Puede parecer extraño atribuir sexo a los números. Pero la reflexión sobre el papel funcional de éstos justifica inmediatamente esta manera de proceder. El dos, la polaridad, representa un estado de tensión; el tres, la relación, representa un acto de reconciliación.
Las hembras de todas las especies de mamíferos tiene dos mamas (o un número superior de ellas, múltiplo de dos). En un universo accidental no hay razón alguna por la que debería prevalecer tal uniformidad.
Se necesitan cuatro términos para explicar la idea de materia o sustancia. Pero estos cuatro términos resultan insuficientes para explicar su creación. Es el cinco —la unión de lo masculino y lo femenino— el que permite que aquélla «suceda».
Es la comprensión del cinco desde esta perspectiva la responsable de la peculiar reverencia de la que ha sido objeto en numerosas culturas; de ahí que la estrella de cinco puntas, o pentagrama, y el pentágono hayan sido símbolos sagrados en las organizaciones esotéricas (y de ahí, también, que resulte tan irónico ver que este último forma hoy el plano arquitectónico del mayor cuartel militar del mundo).
Escuadra y compás Pitagórico
En el antiguo Egipto, el símbolo de la estrella se dibujaba con cinco puntas. El ideal del hombre realizado era convertirse en una estrella, y «pasar a estar en compañía de Ra».
El número del «amor», el número sagrado para Pitágoras, el número simbolizado por el pentágono y el pentagrama, y que gobernó las proporciones de las catedrales góticas, desempeñó en Egipto un papel fundamental, aunque más sutil.
La raíz cuadrada de cinco regía las proporciones del «sanctasanctórum», el santuario más interior del templo de Luxor.
En otros casos, las proporciones de determinadas cámaras estaban regidas por el hexágono generado por el pentágono.
El cinco es la clave de la vitalidad del universo, su naturaleza creadora. En términos mundanos, el cuatro explica el hecho de la estatua del escultor, pero no da cuenta de su «hacerse». Se necesitan cinco términos para explicar el principio de la «creación»; en consecuencia, el cinco es el número de la «potencialidad». La potencialidad existe fuera del tiempo. El cinco es, pues, el número de la eternidad y del principio de la eterna creación, de la unión de lo masculino y lo femenino.
Dimensión 9
A partir de las correlaciones establecidas entre número y función, la civilización egipcia evocaba en sus símbolos, en sus mitos y en sus fabulosos monumentos, mas nunca explicaba.
La importancia atribuida al número nueve por los egipcios es evidente. El nueve resulta extremadamente complejo, y prácticamente inabordable mediante una expresión verbal precisa. Y ellos la hallaron por medio de la Gran Enéada (una enéada es un grupo de nueve) que no es una secuencia, sino los nueve aspectos de Tum (Atum), que se interpenetran, interactúan y se entrelazan.
Tum es el dios del sol de Heliopolis, dios original.
Se representa por: toro, flor de loto, serpiente.
Se identifica con las divinidades: Ra
Su templo de culto: Heliopolis, On
Su familia: padre de todos los dioses. Padre de Ra.
Esquemáticamente, se puede ilustrar la Gran Enéada con el más fascinante de los símbolos, el tetractys, que la hermandad pitagórica consideraba sagrado.
La Gran Enéada emana del absoluto, o «fuego central» (en la terminología de Pitágoras). Los nueve neters (principios) rodeando al uno (el absoluto), que se convierte tanto en uno como en diez. Ésta es la analogía simbólica de la unidad original; es repetición, retorno a la fuente. En la mitología egipcia, este proceso es simbolizado por Horus, el Hijo divino que venga el asesinato y desmembración (por parte de Set) de su padre, Osiris.
El término eneada proviene del griego y se emplea para designar grupos de 9 divinidades unidas, normalmente, por lazos familiares y relacionados todos ellos con la creación. La forman los dioses más antiguos del Panteón egipcio. En Heliópolis es llamada Gran Eneada y se compone de los siguientes dioses: Ra (Autum), Shu, Nut, Isis, Seth, Tefnut, Geb, Osiris y Neftis. Según la teología heliopolitana, al principio existía Nun, el océano primordial, del cual surgió una colina donde Atum-Ra creó la luz; de él nació la Eneada. Ra creó a Shu, el aire y Tefnut la humedad. De estos nacieron Geb, la Tierra y Nut, los cuerpos celestes y de ellos Osiris, dios del Más Allá, Isis, representante de la unidad familiar, Seth, la aridez y el desierto y Neftis, hermana gemela de Isis. Los 5 primeros dioses forman parte de la cosmogonía egipcia como dioses creadores. Los 4 últimos son los antepasados directos de la realeza.
El tetractys es un símbolo rico y polifacético que responde a la meditación con un flujo de significados, relaciones y correspondencias casi inagotable. Es una expresión de la realidad metafísica, el «mundo ideal» de Platón. Sus relaciones numéricas expresan las bases de la armonía: 1:2 (octava); 2:3 (quinta); 3:4 (cuarta); 1:4 (doble octava); 1:8 (tono).
Se puede ver el tetractys como la Gran Enéada egipcia puesta de manifiesto y desmitificada. Esto no constituye necesariamente una mejora, pero es un medio para vislumbrar los numerosos significados que sub-yacen a la enéada. (Otro medio es el extraordinario símbolo del enea-grama, o estrella de nueve puntas, que Gurdjieff afirmaba haber redescubierto a partir de una fuente antigua). Mientras que el tetractys muestra la Gran Enéada puesta de manifiesto, el eneagrama la muestra en acción: el siete, la octava, número de crecimiento y proceso, interpenetrando al tres, la naturaleza trina básica de la unidad.
La extrema complejidad, así como de la extrema importancia del nueve en la metafísica de las estructuras y las pautas, no es sorprendente descubrirla en la estructura de la célula viviente, cuya mitosis —según afirman algunos biólogos— se inicia en el centriolo, formado por nueve pequeños túbulos.
Hace tiempo que los naturalistas, los botánicos y los biólogos han señalado la importancia y reiteración de determinados números, combinaciones y formas numéricas. A medida que la ciencia profundiza cada vez más en los ámbitos molecular, atómico y subatómico, el mundo físico sigue revelando su inherente carácter armónico y proporcionado de manera cada vez más notoria y precisa. Los científicos observan estos datos, pero, dado que nunca los someten a un examen pitagórico, siguen aprendiendo más y más acerca de cómo está construido el mundo, pero no acerca de por qué lo está. Y, sin embargo, estas respuestas parecen a punto de hacerse evidentes sólo con que se plantearan las preguntas correctas. La forma de la doble hélice y las secuencias de aminoácidos y proteínas en las estructuras básicas de las células siguen unas pautas precisas y claramente definidas, cuyas proporciones y relaciones numéricas encubren la razón por la que tales cosas son como son. Así, por ejemplo, el agua (H2O) exhibe dos atributos armónicos básicos: dos hidrógenos en relación a un oxígeno forman una octava; y, por volumen, ocho oxígenos en relación a un hidrógeno da 8:9, el tono.
EL TETRACTYS
1 + 2 + 3 + 4 = 10
El tetractys, considerado sagrado por los pitagóricos, contiene en sí mismo las claves de la armonía, que, a su vez, gobiernan la creación.
4:3 = la cuarta
3:2 = la quinta
2:1 = la octava
Y la doble octava en la razón cuádruple: 4:1
Aunque el tetractys, en cuanto símbolo, parece ser peculiar de los pitagóricos, este mismo simbolismo numérico constituye un fenómeno generalizado. La mitología hindú habla de las «nueve cobras de Brahma», un equivalente de la Gran Enéada dispuesta en torno a Atum. La Cabala se refiere a las nueve legiones de ángeles alrededor del trono del Dios oculto, «Aquel cuyo nombre está oculto». El tetractys representa la realidad metafísica, el «mundo ideal» de Platón, completo en el marco de un sistema de cuatro términos.
Los pigtagóricos lo representan mediante un triángulo que une cuatro puntos por lado, con el punto central.
El Tetractys simbolizaba los cuatro elementos: tierra - aire - fuego - agua
Los primeros cuatro números simbolizaban la armonía de las esferas y el Cosmos
Los cuatro puntos agregados hasta diez, eran la unidad de orden superior (en decimales
El Tetractys representó a la organización del espacio :
1. la primera fila representa la dimensión cero (un punto)
2. la segunda fila representa una dimensión (una línea de dos puntos)
3. la tercera fila representa dos dimensiones (un plano definido por un triángulo de tres puntos)
4. la cuarta fila representa tres dimensiones (un tetraedro definido por cuatro puntos)
Una oración de los pitagóricos muestra la importancia del Tetractys (a veces llamado la "Tétrada Mística"), dado que la oración era dirigida a él.
"Bendícenos, número divino, ¡tú que generas los dioses y los hombres! ¡Oh santo santo Tetractys, tú que contienes la raíz y la fuente de la creación que fluye eternamente! Para el número divino comienza con la profunda, pura unidad, hasta que se convierte en los cuatro sagrados; a continuación, engendra la madre de todos, el todo-abarca, todo-delimitador, el primogénito, el que sagrado diez que nunca cansa, la llave de todos".
Como parte de la religión secreta, los iniciados estaban obligados a jurar secreto por el Tetractys. Luego se desempeñaban como novicios durante un período de silencio que duraba tres años.
El juramento de Pitágoras también mencionó la Tetractys:
"En ese puro, santo, nombre con cuatro letras en alto,
fuente eterna de la naturaleza y la provisión,
el padre de todas las almas que viven,
por él, con fe encuentro juramento, te lo juro. "
El Libro de Pitágoras afirmaba que había 2 cuaternarios de números, uno que es hecho por adición, el otro por multiplicación, y estos cuaternarios abarcan el cociente de la música, geometría y aritmética con los cuales la harmonía del universo está compuesta. El primer cuaternario es 1,2,3,4. Hay 11 cuaternarios en total. Y el mundo perfecto que resulta de estos cuaternarios es geométrica, armónica y aritméticamente dispuesto.
Para Pitágoras, el Tetractis es un triángulo equilátero formado por la secuencia de los diez números alineados en cuatro filas. Es ambos, una idea matemática y un símbolo metafísico que se abraza a sí mismo. Es el principio del mundo natural, la harmonía del cosmos, el ascenso a lo divino, y el misterio de lo sagrado.
La creación requiere cinco términos. El pentactys representa el tetractys puesto de manifiesto.
El triángulo interior es un símbolo de la naturaleza trina inmanente en la unidad; representa la primera forma: la forma requiere un sistema de tres términos; la forma es el resultado de la interacción entre los polos positivo y negativo. El pentactys representa la forma principal rodeada por doce «casas», que son las animadoras de la forma. También esta interpretación es común a muchas civilizaciones antiguas.
El sistema fisiológico egipcio se basa en ella: «Estos canales, mediante el flujo y el reflujo cósmicos, conducen la energía solar roja y blanca a las zonas en las que los doce poderes permanecen dormidos en los órganos del cuerpo. Una vez cada dos horas, noche y día, cada uno de ellos es activado por el paso de Ra, el sol de la sangre, y luego vuelve a dormirse». La acupuntura china se basa en los «doce meridianos del cuerpo». Cada dos horas, uno u otro de estos meridianos alcanza su cota máxima de actividad. Las doce «casas» del zodíaco astrológico expresan la misma interpretación de otro modo. El significado de las «casas» se deriva de la interacción de los números; éstas determinan la naturaleza del tiempo, la personalidad o el acontecimiento.
Eneagrama
¿Se trata de mera «coincidencia»? Nadie puede «demostrar» que no lo sea. Y, sin embargo, estos atributos armónicos básicos parecen demasiado claramente pitagóricos para desecharlos.
Recuérdese que, en el antiguo sistema, el «agua» es el cuarto elemento, la «sustancia» primera y principal, y analogía del uno, como la octava es analogía del sonido fundamental. En el mundo físico, el agua constituye el soporte de la vida. En el mundo metafísico de Egipto, Tum se crea a sí mismo a partir de Nun, las aguas primordiales. La creación procede armónicamente, la octava es el instrumento del proceso, o «vida», y la primera nota de la octava es el tono. Para producir el tono perfecto la cuerda debe tener una proporción de 8:1 (8+1 = 9).
El eneagrama es un símbolo universal. Todo conocimiento se puede incluir en el eneagrama y se puede interpretar con la ayuda del eneagrama. Y en esta conexión sólo lo que un hombre puede introducir en el eneagrama es lo que realmente sabe, es decir, comprende. Lo que no puede introducir en el eneagrama no lo comprende. Para el hombre capaz de utilizarlo, el eneagrama hace los libros y las bibliotecas totalmente innecesarios. Todo puede estar incluido y se puede leer en el eneagrama. Un hombre puede estar completamente solo en el desierto, dibujar el eneagrama en la arena y leer en él las leyes eternas del universo. Y cada vez puede aprender algo nuevo, algo que hasta entonces ignoraba.
El eneagrama es un diagrama esquemático del movimiento perpetuo...
(G. I. GURDJIEFF, citado por P. D. OUSPENSKY, In Search of the Miraculous, Harcourt, 1949, p. 294.)
Para los pitagóricos, las propiedades de los números, la manera en la que se comportaban, constituía una evidencia, de hecho una «prueba», del orden divino. Para el racionalista moderno, dichas propiedades son simplemente las consecuencias naturales de un sistema abstracto carente de contenido interior o de significado cósmico. En la actualidad, el estudio de estas propiedades da lugar a «juegos y diversiones matemáticas».
Finalmente corresponde al individuo elegir entre ambos bandos, es una decisión que no debe tomarse a la ligera: de ella depende, en última instancia, toda la filosofía que uno adopte.
Esotéricamente, dado que hay que considerar todos los números como divisiones de la unidad, la relación matemática que un número muestra con la unidad es una clave de su naturaleza.
Tanto el tres como el siete son números de «movimiento perpetuo». Al dividir la unidad entre estos números, ésta se divide infinitamente:
1/3 = 0,3333333333333...
1/7 = 0,1428571428571...
Tres: el número de la relación, de «la Palabra», de la trinidad mística, tres-en-uno.
Siete: el número del crecimiento, del «proceso», de la armonía, da la misma secuencia repetitiva cuando se divide la unidad.
Los centriolos [núcleos de la célula viva] poseen, de hecho, una estructura muy curiosa: son pequeños cilindros ... cuyas paredes están formadas por nueve túbulos ... Estas constataciones despiertan un considerable interés cuando se sabe que esas estructuras de nueve elementos (o múltiplos de nueve) se vuelven a encontrar en todo tipo de formaciones dotadas de movimiento.
(PETER S. STEVENS, Patterns in Nature, Penguin, 1976, p. 3.)
Cuando vemos cómo se parecen las ramas de los árboles a las arterias y las ramificaciones de los ríos, cómo se parecen los granos de cristal a las pompas de jabón y a las placas del caparazón de la tortuga, cómo las frondas de los heléchos, las galaxias estelares y el movimiento del agua cuando desaparece por el desagüe de la bañera forman una espiral similar, no podemos dejar de preguntarnos por qué la naturaleza utiliza sólo algunas formas gemelas en contextos tan distintos. ¿Por qué el movimiento de las serpientes, los meandros de los ríos y los bucles de una cuerda adoptan el mismo patrón, y por qué las grietas en el lodo seco y los dibujos en la piel de la jirafa adoptan una forma parecida a la película que forma la espuma?
En cuestión de formas visuales sentimos que la naturaleza tiene sus favoritas. Entre sus preferidas están las espirales, los meandros, los patrones de ramificación y los ángulos de 120 grados. Estos patrones se repiten una y otra vez. La naturaleza actúa como un director de teatro que utilizara cada noche a los mismos actores vestidos de manera distinta y representando a personajes diferentes. Los actores tienen un repertorio limitado: los pentágonos forman la mayoría de las flores, pero no los cristales; los hexágonos manejan la mayoría de los patrones bi-dimensionales repetitivos, pero nunca abarcan por sí solos el espacio tridimensional. Por otra parte, la espiral representa el colmo de la versatilidad, ya que desempeña un papel en la replicación de los virus más pequeños y en la disposición de la materia en la mayor de las galaxias.
Volviendo a la dimensión 5
La capacidad de conjuntar los elementos se encuentra en la quinta dimensión de la energía - la quintaesencia. El ciclo de la materia, cuando se trasciende la conciencia, surge de la misma quinta. La consciencia trasciende la oposición de cuatro fuerzas, y comienza el ciclo de mayor vida. Los antiguos veían un vínculo de Dios con el hombre en el número cinco. Geométricamente es un pentágono. En tres dimensiones es una pirámide, como las grandes pirámides en Egipto.
Un pentagrama, o estrella de cinco puntas. Las 5 puntas tienen que ver con el paso astronómico del planeta Venus, el cual tiene cinco conjunciones (con la tierra y el sol). Esto ocurre cada 8 años formando un perfecto pentagrama.
El pentagrama se utiliza comúnmente en la magia y el ritual. Simboliza la capacidad de la voluntad de controlar los elementos. En ese sentido, representa el poder del yo inferior - la voluntad humana.
El pentagrama contiene la razón de oro - el número conocido como Phi, aproximadamente 1.618. Los griegos veían esta relación como la proporción perfecta. El número Phi aparece con frecuencia en la naturaleza. Es creado por un mismo-repliegue de patrones de crecimiento - la serie de Fibonacci, el crecimiento de Fibonacci, se produce cuando cada adición sucesiva de la serie se añade a crecimientos existentes. El resultado es un crecimiento, como una ramificación, tal como el árbol que converge en una tasa de crecimiento global. Esta relación de crecimiento es el número Phi, y se refleja en los lados de un pentagrama.
Los iniciados de la quinta dimensión de la conciencia son barridos en la realidad resplandeciente de luz divina. Después del shock inicial, el buscador da cuenta de que una nueva vida ha comenzado realmente. Se trata de la realización del cuerpo de luz. Es la conciencia cósmica. La quinta dimensión contiene la suma de todo el despertar de la conciencia física - es el recuerdo ser el todo -. El buscador puede sentir que no hay verdad más profunda. En esta dimensión, todos se enfrentan cara a cara con el Dios de todo sentimiento.
Sin embargo, con el divino poder de la trascendencia, el viaje del alma aún no es completo - Dios, como el poder, debe ser sustituido por Dios como amor. El conocimiento y la visión son el poder, pero también lo es el amor. Liberando la luz de la conciencia el buscador se mueve hacia el reino que viene. Los maestros de la luz generalmente no guiarán al buscador más allá de este punto.
Sólo el deseo centrado en la verdad impulsará el alma más allá de este remolino circular de energía brillante. Un buscador que busca identificarse con la concepción mental de Dios no progresará más allá de esta poderosa luz.
Fuentes:
La Serpiente Celeste. John Anthony West. Grijalbo 2000.
Bienvenidos a la realidad. Documental en YouTube
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